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Industrias J. L. Blanco: exportadora de la cultura española de los churros

Por Felac Innova 21 Junio 2018

El fabricante vallisoletano de máquinas de churros, que este año celebra su 60.º aniversario, vende en más de 90 países de los cinco continentes.

Los churros, uno de los platos más representativos de la gastronomía española

José Luis Blanco montó en 1958 un pequeño taller auxiliar para la industria de la automoción gracias a la ayuda de su padre, que gastó todos sus ahorros en la compra de un torno. Paralelamente, este emprendedor de la época detectó que el sector de las churrerías contaba con una maquinaria anticuada, por lo que se puso manos a la obra y ese mismo año inventó la que fue la primera máquina automática para hacer churros del mercado. A este invento le seguirían otros, como la primera máquina automática de churros de lazo, en 1975.

A finales de los 90, la empresa abandonó la fabricación de piezas para Pegaso o Fasa Renault para dedicarse en exclusiva a la producción de maquinaria para churrerías. “A partir de ahí, el camino ha sido ofrecer un servicio integral a las churrerías con máquinas para la elaboración de masas fritas, maquinaria auxiliar y consumibles”, afirma Mª Belén Blanco, hija del fundador y actual directora general de la compañía.

Todo el universo del churro, disponible en un mismo proveedor
Con una plantilla de 24 trabajadores, Industrias José Luis Blanco fabrica toda la maquinaria necesaria para la elaboración de churros y otras masas fritas como porras, tejeringos, buñuelos o rosquillas, alcanzando las 40 referencias.

Las grandes familias de esta maquinaria son freidoras de masa frita; amasadoras de masas blandas y duras; churreras manuales, automáticas y semiautomáticas; refinadoras de masa para grandes producciones; expulsoras de porras y buñuelos, y rellenadoras para poner cremas u otro tipo de rellenos dentro de los churros. “La rellenadora es la más demandada en el mercado exterior, siendo nuestra máquina más vendida en número de unidades”, comenta Mª Belén Blanco.

Churrera con pantalla digital

Además, la firma distribuye equipos auxiliares, como accesorios de amasado y fritura, chocolateras y termos, calentadores de agua y baños maría, exprimidoras automáticas y menaje. A su oferta se suma la gama de consumibles bajo la marca “Mi churrería”, que abarca desde materias primas como harina, cacao y aceites hasta tarrinas para churros, vasos para chocolate o servilletas.

La empresa vende sus productos a churrerías, cafeterías, bares y panaderías, y la maquinaria de gran producción a industrias alimentarias productoras de churros congelados. “Al ser un producto tan específico tratamos directamente con el cliente, a quien también le damos formación”, explica su directora general.

Y para facilitar el proceso de compra, tiene una tienda on line, de momento solo operativa en España.

La formación y la tecnología: una receta de éxito
Desde hace seis años, la compañía dispone de un aula de formación en sus instalaciones ubicadas en Valladolid donde imparte cursos a medida del cliente destinados al aprendizaje del uso de la maquinaria y la elaboración de masas fritas. “Vienen de toda España y de todo el mundo”, señala Mª Belén Blanco.

Asimismo, para aquellos que quieren montar un negocio de churrería desde cero o complementar la actividad de un negocio hostelero, el fabricante pone a su alcance un kit de iniciación que incluye la maquinaria y consumibles necesarios, así como un curso de formación intensivo.

Para Industrias José Luis Blanco, la inversión en tecnología es una constante. Las últimas innovaciones en sus churreras automáticas y freidoras han consistido en la incorporación de pantallas digitales de control táctil, y de funciones que detectan averías y contabilizan tiempos de trabajo y consumos eléctricos.

Obrador De Churrería Donde El Fabricante Imparte Formación
Obrador De Churrería Donde El Fabricante Imparte Formación
Obrador de churrería donde el fabricante imparte formación
Aula De Formación
Aula de formación

La demanda del mercado exterior, en ebullición
Con una facturación que ronda los 2,5 millones de euros, las ventas al exterior representan el 60%. “En los últimos cinco años, las exportaciones se han multiplicado por seis”, declara Mª Belén Blanco. Venden en más de 90 países, sobre todo en la Unión Europea, y en México, Estados Unidos y Chile. También están penetrando con fuerza en los países árabes y la región del sudeste asiático, incluso en Australia y el continente africano.

De las 900 máquinas que fabrican al año, 300 se quedan en España y 600 viajan alrededor del mundo expandiendo la cultura española del churro. “Damos cursos de formación para intentar que los churros, tan ligados al recetario español, mantengan la fórmula original aunque se produzcan adaptaciones”, manifiesta quien encarna la segunda generación familiar de la empresa.

Reinventando el churro
Hispanoamérica
concibe los churros en sus múltiples variedades de relleno, tanto dulces –con jalea de frutas, dulce de leche, crema de vainilla o chocolate– como saladas con el queso como número uno. Y en Indonesia, la firma tiene un cliente con una carta de churros dulces y otra de churros salados, la cual llega a incluir churros acompañados de salsa boloñesa o huevos fritos. Mª Belén Blanco aclara que, en realidad, aunque tradicionalmente el churro se asocia a un alimento dulce, se trata de una masa salada frita a la que luego se le puede añadir azúcar, de modo que el churro, en esencia, es salado.

Churros bravos de la churrería Comaxurros
Foto: Comaxurros

En España también se innova en torno al concepto del churro, modernizando su imagen y dignificándola. Buena muestra de ello es Comaxurros, una churrería de Barcelona que ha reinventado el clásico churro. En su innovadora oferta gastronómica son famosos los churros bravos, al estilo de las patatas bravas pero con salsa dulce. Otro ejemplo de excelencia pero, en este caso, desde el punto de vista de la tradición es la chocolatería madrileña Los Artesanos 1902, un negocio familiar de cinco generaciones de churreros.

En los últimos años, la alta cocina también ha puesto los ojos en este producto y lo está elevando a la categoría de delicatesen, incluyéndolo en sus selectas cartas.

Normalmente el churro se asocia a un alimento con un alto nivel calórico, pero la responsable de Industrias José Luis Blanco rebate este prejuicio: “Los churros tienen un 26% menos de calorías que las galletas y 56 veces menos azúcar que los cereales”. No en vano este exquisito manjar, hecho de agua, harina de trigo y sal, es definido por la Real Academia de la Lengua Española como “fruta de sartén”.